15 nov 2009

La increíble y secreta operación chilena para proteger Picton, Nueva y Lennox


Por orden del entonces almirante Merino los uniformados desembarcaron en la zona de conflicto para defender la soberanía en caso de un intento de invasión por parte de Argentina. Pasaron hambre, frío y temieron por su vida. Hoy, lejos de las conmemoraciones oficiales por los 25 años del Tratado de Paz y Amistad, este desconocido grupo de veteranos del 78 recuerda esos duros y tensionantes meses. 
CARLOS SALDIVIA 

Por orden del almirante José Toribio Merino, el "Destacamento Naval Cochrane" creó dos "comandos especiales": su misión era impedir el desembarco argentino en territorio insular en caso de guerra o bien recuperar en 72 horas las islas Picton, Nueva y Lennox en caso de ser ocupadas por Argentina en el marco del diferendo austral de 1978.

Lo relatan algunos de los cerca de 120 efectivos del Destacamento de Fusileros 411, 412 y del GRIMBEA, el Grupo de Infantes de Marina Beagle, algunos de los cuales permanecieron en las islas hasta 1982, cuando ya la mediación del Vaticano estaba bien adelantada.

La tarde del 16 de diciembre de 1978, los cabos Luis Oyarzo y su compañero Bustamante -quien prefiere no entregar su nombre de pila- miraban el canal nacional de Punta Arenas cuando un mensaje los alarmó: "El Club Deportivo Río Los Ciervos tiene reunión a las 20 horas". El mensaje era una clave. Llamaba a los infantes de Marina del Destacamento Cochrane a presentarse en su unidad naval ante un inminente conflicto bélico en las islas del Beagle. No iban a tener comunicaciones ni fecha de regreso.

"Estaba oscureciendo cuando me despedí de mi familia. Al entrar a la unidad se nos comunicó que íbamos a esperar el desembarco argentino en el Beagle. Entramos a la sala de armas del regimiento a retirar pistola, un fusil y una bolsa de equipo personal (calzoncillos fiscales, botas y parka). Subimos al destructor Serrano y partimos a toda máquina a Puerto Williams a tomar munición, raciones de combate, arroz, leche y cordero. En esa noche desembarcamos en Picton, cavamos trinchera y tomamos posiciones", relata el cabo segundo Bustamante.

A 30 metros del enemigo

La operación se venía preparando desde mayo de 1978, luego de que fracasara una cumbre de emergencia en Mendoza entre los generales Augusto Pinochet y Rafael Videla. En esa cita Chile buscaba por última vez que Buenos Aires aceptara el Laudo Arbitral de la reina Isabel II de 1977, que establecía que Picton, Nueva y Lennox eran islas chilenas. Pero tras la cita, la Junta Militar argentina declaró el falló "insanablemente nulo" y anunció que no lo cumpliría.

La presión de Argentina era fuerte. Como medida de disuasión, Chile envió refuerzos de infantes de Marina desde el Fuerte Vergara en Valparaíso. Cerca de 221 hombres llegaron a apoyar al Destacamento 412 al sur de Punta Arenas. "Partimos en el buque Navarino, que hubo que reparar a mitad de camino, con 50 vehículos anfibios y armamento pesado para esperar hostilidades. Nuestra misión era recuperar las islas cuando cayeran en manos argentinas. Era una tarea difícil, porque si Argentina tomaba la zona iba a poner a lo menos un batallón reforzado y nosotros no teníamos esa capacidad", relata el entonces teniente José Cáceres.

Los tenientes Cáceres y Vicente Montecinos fueron los primeros en llegar a Dawson. "Atracamos en junio de 1978, con instrucciones de efectuar operaciones de inteligencia que alertaran el desembarco en playas chilenas. Se montó en Dawson una unidad logística y en un container se instaló un hospital de campaña de emergencia, con cinco doctores. Entre ellos recuerdo a Minoletti, Niclander y a un ginecólogo cuyo nombre no recuerdo", comenta Cáceres.

El 411 fue el primero en arribar a Lennox. Lo relata un oficial de la Armada que participó de las actividades y que prefiere mantener el anonimato: "Por semanas estuvimos en silencio total. Un grupo de buzos tácticos colocó una serie de minas subacuáticas antiblindadas, algunas disfrazadas de erizos, y minas antipersonales en la playa. Para ello se hizo un mapa con la ubicación de los artefactos y se enterraron explosivos a detonación. La orden de la Comandancia en Jefe era evitar como fuera el desembarco".

Desde Punta Arenas, otro efectivo, del 412, comenta detalles desconocidos de las trincheras de Picton: "Desembarcamos de noche de la torpedera Tegualda en Picton y cavamos parapetos. Llegamos a la posición con un mapa táctico con el camino a seguir, una huella de estacas rojas indicaba el paso seguro, ya que la playa estaba completamente minada". "La noche del 19 de diciembre, volviendo a Picton, tuvimos "zafarrancho de combate real". Nos encontramos de frente con una torpedera argentina a 30 metros. En el buque sonó el gong (alarma de ataque) y corrimos a tomar posición de combate, más un fusil o lanzacohetes porque era ataque seguro. Eran las 3 de la mañana, teníamos órdenes de no disparar primero. Tras media hora frente a frente, ellos se devolvieron", recuerda.

Momentos de tensión

Cáceres afirma que el 22 de diciembre él era el oficial de Inteligencia de la Fuerza Operativa. "Esa noche recibimos un mensaje desencriptado de la comandancia en jefe que decía: 'Argentina inicia hostilidades a las 5 AM'. Inteligencia Naval sabía que en El Vaticano se realizaba una misión del ministro Cubillos y pensamos que no había resultado. A eso de las 8 de la mañana recibimos un segundo mensaje que decía que 'mediación papal fue activada, flota argentina se devuelve'".

Al terminar la tensión se creó la guarnición secreta GRIMBEA. Era un comando pequeño de hombres, disuasivo, con un grupo de fusileros secretos en las tres islas, con misiones de reconocimiento y contraespionaje. "De estallar un conflicto, las bajas habrían sido enormes. Las posiciones de las minas estaban cubiertas por fuego de metrallas. Hubiera sido difícil para ellos, un Normandía. Ahora se están levantando esas minas", dice Cáceres.

Según testigos, Merino visitó en diciembre siguiente Dawson, Navarino y Williams. Hizo una arenga breve en la que aludió a Prat. "Nunca se ha arriado la bandera chilena, y nuestra bandera esta clavada en todos los territorios insulares, donde nunca nadie se ha rendido", recuerdan. Sin embargo, el comando incomunicado que estaba en Picton supo de la mediación papal después de Año Nuevo. "El general Nilo Floody nos fue a dar la buena nueva a la isla", sentencia Bustamante.

Isla DawsonLos cabos Baeza y Fernández, al lado derecho del cañón, haciendo ejercicios de entrenamientoIsla Navarino De izquierda a derecha: cabo primero Fernandez, cabo Beeche y subteniente Cáceres, con sombrero.Misión de observaciónEl oficial Pedro Saldivia frente a Isla Navarino en 1978. 

Lejos de las conmemoraciones oficiales

A comienzos de octubre pasado, tanto en Punta Arenas como en Valparaíso, una treintena de "veteranos del 78" se reunieron en su asado anual para conmemorar la crisis del canal Beagle y comentar si alguno había sido invitado a las actividades de la visita de la Presidenta de Argentina, Cristina Fernández. Pero ninguno había sido convocado: "El año pasado, para los 30 años de la guerra, hicieron una ceremonia acá en Magallanes con la Presidenta y no fue ninguno de los fusileros del 412 que estuvimos en las tres islas. Todos los que estaban hicieron pega de oficina. En esta (reciente) visita de la Presidenta de Argentina (a Chile) ocurrió lo mismo", relata dolido uno de los efectivos del Destacamento de Fusileros 412 que cumplió misión en las islas del Beagle en 1978.

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