Con un traje especial, que pesa casi 30 kilos, y de noche, para no poner en riesgo a la población civil, los soldados chilenos realizan su trabajo en la frontera con Perú. La limpieza de todos sus límites demandará una tarea continua hasta el 2019.
Un grupo de militares transandinos, entre los que se cuenta una mujer, proceden a retirar minas antipersonales y antitanques que fueron instaladas en la quebrada Escritos, cerca del paso de Chacalluta, durante la dictadura de Augusto Pinochet. Chile es el tercer país latinoamericano, después de Colombia y Nicaragua, con mayor cantidad de estos explosivos.
Una retroexcavadora blindada, traída especialmente para desminar la frontera con Perú al norte de Chile, avanza lenta en medio de la noche, extrayendo uno a uno los explosivos sembrados por miles durante la dictadura del general Augusto Pinochet.
Cada tres metros, la pala de la máquina -donada por el Departamento de Defensa de Estados Unidos-, se entierra en la arena del desierto para extraer algunas de las 12.000 minas antipersonales y 10.900 antitanques sembradas en la Quebrada Escritos, a casi 800 metros del paso fronterizo de Chacalluta, que conecta a Chile con Perú.
La tarea es lenta y arriesgada: la tierra sacada por la retroexcavadora es luego tamizada y separada por 16 efectivos del Ejército chileno que participan del proceso de desminado, entre ellos la cabo Carolina Escobar, de 23 años, única mujer que realiza estas labores en Chile.
Protegidos con trajes especiales -que añaden 28 kilos de peso a sus cuerpos-, los militares luchan contra el calor del norte chileno y el temor ante la posibilidad de que un paso en falso pueda ocasionarles la muerte.
"El miedo siempre es grande, por eso nunca tienes que olvidar dónde te encuentras, estando siempre alerta", relató a la AFP, la cabo Escobar.
"A pesar de todo, me enorgullece mi trabajo. Sé que le estoy dando algo más a mi país", agregó momentos antes de entrar al terreno minado, durante la primera noche de las faenas de desminados que se extenderán por seis meses.
Las minas antitanques son tres veces más poderosas que las antipersonales, pero en la desactivación tienen menos posibilidad de explotar accidentalmente pues para hacerlo requieren de una presión de 100 kilos. Las antipersonales, en cambio, estallan cuando reciben una presión de dos kilos.
Desde que las minas de ese campo en la frontera con Perú fueron sembradas mataron a diez personas; todas ellas buscaban salir ilegalmente de Chile.
Las tareas de desminado tienen una complejidad extra al realizarse sólo de noche, una medida adoptada por las autoridades para resguardar la seguridad de los civiles que transitan por el paso Chacalluta de unos 2.500 camiones y vehículos por día desde y hacia el Perú a través de la carretera Panamericana.
"Si explota una mina antitanques justo aquí, la detonación sería tan grande que podría matar al ocupante de un vehículo ubicado incluso a 100 metros de la explosión", explicó el teniente Jorge Soto, jefe de la escuadrilla de desminado.
Todas las minas antipersonas son recolectadas y luego hechas explotar juntas una vez por semana, cuando se corta el tránsito en la frontera por tres horas. Las antitanques, en tanto, son llevadas varios kilómetros al interior del desierto para su destrucción.
El terreno total a desminar en Los Escritos es una superficie de 20 km2, sembrado de minas en 1975 por la dictadura de Pinochet, que buscaba de esta forma defender la extensa frontera chilena.
Minas en la frontera chilena con Bolivia y Argentina también fueron instaladas. En total se sembraron unas 126.000 minas en 198 campos, convirtiendo a Chile en el tercer país de América Latina con mayor cantidad de estos explosivos tras Colombia y Nicaragua.
Desde 2004 Chile ha intensificado sus labores de desminado, extrayendo unos 14.000 artefactos, en concordancia con el Pacto de Ottawa, al que adhirió en 2002, comprometiéndose a erradicar en 2012 todas las minas antipersonales de su territorio.
"Lamentablemente será imposible llegar a la meta del 2012", reconoció a la AFP el coronel Martin Borck, secretario ejecutivo de la Comisión Nacional de Desminado, quien señaló como fecha segura 2019.
"Es por eso que urge una mayor rapidez en el proceso, y las nuevas tecnologías ayudan mucho a eso", agregó.
El toque femenino
Carolina Escobar comienza su trabajo al anochecer, vistiendo su menudo cuerpo con un pesado traje protector que podría salvarle la vida: a los 23 años, esta militar, primera y única mujer dedicada a la extracción de minas antipersonales en Chile, se enfrenta diariamente a la muerte.
Hace dos años, y luego de salir de la Escuela de Ingenieros del Ejército chileno, Escobar fue destinada a cumplir labores en la ciudad de Arica, en el extremo norte de Chile, sin saber que formaría parte de uno de los procesos de desminados más peligrosos y extensos del país.
La militar fue designada como la única mujer entre el equipo de 16 efectivos que se ocupará dentro de los próximos seis meses de buscar y destruir 23.000 minas antipersonales y antitanques sembradas en la Quebrada de Los Escritos, ubicada a 800 metros de la frontera chileno-peruana.
"Cuando supe que me habían destinado a Escritos me dio miedo, pero un gran orgullo que hayan confiado en mí, en una mujer para ser parte de este proceso", aseguró Escobar a la AFP, quien confiesa que en su primera jornada estuvo nerviosa y ansiosa por ser la primera vez que pisaba un campo minado real.
"Estuve un año y medio entrenando para esto con artefactos de salva. Pero saber que estaré caminando por primera vez entre minas que realmente pueden matarte es un desafío enorme", agregó.
"Afortunadamente el entrenamiento te adapta sicológicamente a enfrentar este trabajo. La clave es nunca perder la noción de dónde te encuentras", aseveró.
Pero al realizarse de noche -por seguridad- las faenas de desminado en el norte chileno son aún más complejas. "Es difícil estar alerta toda la noche, pero la misma adrenalina que produce se encarga de ello", manifestó sólo minutos antes de ingresar al campo minado. "A pesar de todo me enorgullece mi trabajo. Sé que le estoy dando algo más a mi país", aseguró Carito, como llaman cariñosamente sus colegas varones a esta cabo del ejército.
Por Leonardo Troncoso (AFP)
14/11/08
EL LITORAL - SANTA FE
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